LA INTERNACIONALIZACIÓN Y EL CHOQUE CULTURAL

Uno de los factores más relevantes en todo proceso de internacionalización es el elemento humano. La expansión internacional de un proyecto es, al mismo tiempo, una invaluable oportunidad de crecimiento profesional y personal para quienes participen del proceso, pero no deja de ser un gran desafío. Uno de sus principales retos será el denominado “choque cultural”. Este término, originalmente acuñado por el antropólogo Kalervo Oberg en los años sesenta del siglo XX, describe una serie de fases que atraviesa una persona trasladada a un destino distinto por motivos de trabajo. Así, Oberg describe el proceso en forma de “U” en cuatro etapas: luna de miel, crisis, recuperación y ajuste que son, en rigor, auto-explicativas.

Proceso de adaptación

A pesar de ser una cuestión totalmente normal y estar presente en todo proceso de adaptación, el impacto por la diferencia cultural es usualmente mal administrado por las organizaciones y por las personas. Esto es un serio problema teniendo en cuenta que los procesos de relocalización son usualmente muy costosos, tanto desde el punto de vista de la inversión de la empresa como el costo personal para el emprendedor o ejecutivo si las cosas no saliesen como se esperaban. Un proyecto de internacionalización y re-localización que no conlleve buenos resultados es ruinoso para la empresa y llena de frustraciones a las personas involucradas.

Choque cultural

Se puede definir al choque cultural como el estado de incomodidad general o desorientación debido a la falta de familiaridad en un ambiente nuevo y una cultura diferente a la nuestra. Dicha sensación de fastidio puede verse originada por distintas razones. Por ejemplo, sentirnos personalmente aislados o ignorados por los nuevos compañeros, tener ansiedad o preocupación por cumplir los objetivos propuestos, la confusión de valores e identidad cuando la sociedad donde se ha llegado es muy diferente, quizás disgusto sobre la nueva cultura o los protocolos locales o, en general, percibir que la nueva realidad no está a la altura de las que fueron nuestras expectativas iniciales.

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